miércoles, 19 de diciembre de 2007

Llanto, ¿risueño?

El otro día me dieron ganas de llorar, y solo logre reír. Realice entonces una pregunta en vos alta, ¿porque no puedo llorar cuando así lo deseo? Por desgracia no obtuve respuesta, entonces decidí voltear a mi alrededor y me entere que estaba solo. Volví a reír, aunque esta ves solté carcajadas de puro llanto. Me perdí en la idea de querer saber si mi llanto era sarcasmo. Reía por mi soledad a pesar de saber que estoy lleno de vida, y el nerviosismo de no comprender el porque de este suceso me había llevado a derramar sangre de mi alma. He ahí una respuesta: nervioso, pude llorar. Entonces me di cuenta que no llore de ganas sino que fue algo mas que nada obligado.. Aquí surgió una segunda duda sobre mi risa Era mi risa sarcasmo o ironía? Acaso si así fuese la risa un sentimiento podría deberse a una de estas dos razones? Supongamos que mi llanto así lo fue, un sentimiento, entonces llore riendo o reí llorando? En realidad ya no importaba la respuesta, pues el resultado fue un llanto sin tristeza. Y si en el mejor de mis momentos de tristeza me hubiera encontrado con ganas de llorar, seguro no lo hubiera logrado.

Entonces, cumplí con el objetivo de muchos psicólogos cuando les pagas por decirte como eres. Estaba nervioso, lleno de dudas, lloraba y reía al mismo tiempo y una parte dentro de mí adivinó que tenía depresión. Decidí entonces comenzar a comer desaforado, busque la soledad mucho antes de que ella me encontrara a mi, alenté a mi cuerpo para sentirse mal conmigo y para aclarar cualquier duda tome la decisión de dormir la mayor parte del tiempo.

No diré que fue un buen día cuando decidí planear una manera para salir de ese mal momento, porque en realidad fue una mala noche la que me obligo a hacerlo. Por fin estaba yo triste y despeje mi duda sobre nunca poder llorar en esos momentos. Salí al jardín, me recosté en el pasto, abrí los ojos y le grite con mi alma al cielo.

El resultado fue extrañamente exitoso. A pesar de evidentemente no encontrar respuesta alguna en el cielo, esta ves no tuve que llorar, ni reír. Ningún Dios me envió señal alguna de alivio, las nubes no dejaron de moverse y la luna seguía brillando al mismo tono. Pero yo, deje mi alma salir por un momento. Con un suspiro probé la suave ternura de una noche que me abrazo por ese instante. Una vez más lo digo: el resultado fue extrañamente exitoso. La sensación de haber dejado salir un dolor cuya razón de llegada a mi fue desconocida me dio algunos segundos para poder soñar. Pude sentirme libre.

Los terribles síntomas de mi depresión desaparecieron con el tiempo. Experimente el gusto por dejarme caer, y al llegar al suelo limpie mis heridas, observe la distancia de mi caída desde abajo y note que no era muy grande aunque desde arriba se veía diferente Irónico. Mis ideas chocaron entre si durante todo ese tiempo, lo único que necesitaban era que yo las quisiera ordenar. El dolor fue un alivio, y eso si es una ironía. Mi llanto fue de impotencia y eso es una realidad. Mi risa fue de felicidad y eso no es sarcasmo. Soy feliz, jamás llorare lagrimas de risa, ni aunque el dolor me provocase placer, prefiero pensar que pude reír puro llanto y decir tristemente que mi vida es una ironía, y nunca tener que decir sarcásticamente: -He llorado lagrimas de risa.-
“En la vida hay que aprender a llorar, para así saber como volver a reír”
Daniel Vega.

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